miércoles, 31 de mayo de 2017

Mocoa, ¿y ahora qué?





Por Ricardo Solarte- Especial para Revista Urbana de Camacol-

Siempre imaginé un punto de quiebre para Mocoa. Un antes y un después que marque la historia de la tierra en que nací. Estaba convencido que ese momento sería la implementación de los acuerdos de paz porque históricamente el Putumayo fue azotado por el conflicto, y lo normal es que este departamento que ha puesto los muertos, por fin, vea resarcido su sacrificio con mayor atención del Estado. Pero más que eso, con inversiones en infraestructura social para que la paz se construya en cemento. 

Eso pensaba antes del viernes 31 de marzo cuando una avenida torrencial arrasó con Mocoa. Cerca de 20 barrios afectados, entre ellos El Progreso, en el que viví hasta los 18 años cuando fui a buscar suerte a Bogotá. El saldo no podía ser más trágico: dos de mis tías forman parte del listado de las más de 300 víctimas mortales, y algunos familiares y amigos se cuentan entre los heridos, los desaparecidos y los “afortunados” que aunque quedaron solo con lo que tenían puesto, están vivos para contarlo. 

El punto de quiebre se adelantó y fue aún más doloroso de lo que imaginé. Como si fueran pocas las vidas que cobró la guerra, Mocoa enterró en 15 días los mismos muertos que en los últimos cuatro años, según cuenta Milton Patiño, propietario del Cementerio Normandía, donde se hizo una morgue improvisada. Pero más paradójico aún, muchas de esas personas que murieron habían llegado a Mocoa provenientes del bajo Putumayo huyendo de las balas. 

Ahora estamos peor que antes y con el corazón adolorido. Nuestra economía es difícil en condiciones normales. La principal fuente de empleo se concentra en la burocracia estatal de la alcaldía, la gobernación y demás entidades del gobierno nacional, mientras que el comercio aporta lo que puede. Las cifras oficiales que corroboren esta información no existen, así que le pedí a la directora de la Caja de Compensación Comfamiliar, Adriana Enriquez, el dato total de empleadores en Mocoa. Aunque por número de empresas son más las del sector privado (484 frente a 19 públicas), tan solo la Secretaría de Educación tiene 3 mil funcionarios, mientras que el comercio registra un máximo de 6 trabajadores por unidad. 

Momentáneamente, el aporte del comercio en la generación de empleo está amenazado. De acuerdo con Deccy Ibarra, directora de la Cámara de Comercio del Putumayo, son más de 340 los negocios con pérdidas totales y parciales. Y 600 los comerciantes informales, de los cuales 320 vendían en la plaza de mercado, edificación que sufrió afectación parcial y que debe ser reubicada porque está en zona de riesgo. 

La gran cantidad de ayudas en especie, muy necesaria en este momento, afectó considerablemente al comercio. Una empresaria que tiene un supermercado en Mocoa hace más de cinco años, y que pide omitir su nombre, sostiene que las ventas se redujeron de diez a uno. Mientras su negocio vendía, en mejores tiempos, hasta diez millones de pesos en un día, hoy no supera el millón de pesos. Esta situación la llevó a reducir el número de empleados y a pensar en irse a invertir a otro municipio. Y como ella, hay muchos empresarios que expresan temor por lo que viene. 

¿Qué va a pasar ahora? es la pregunta que nos hacemos en medio de la incertidumbre. Para Jhon Jairo Imbachi, amigo personal desde el colegio y economista con maestría en gobierno y políticas públicas de la Universidad Externado, en este escenario aplica la teoría del caos. Es decir, la del vaso medio lleno que se mantiene así por mucho tiempo sin que nada pase, y de alguna manera funciona, pero cuando ese vaso se rompe hay que reponerlo en mejores condiciones y llenarlo nuevamente. “Eso es lo que debe pasar con nuestro municipio. Luego de esta dolorosa tragedia hay que definir la visión de ciudad que nunca hemos tenido, con una vocación económica clara, y con una nueva infraestructura diseñada para ese propósito”, dice. 

Las oportunidades 
Y es ahí donde surgen las oportunidades. Esa nueva ciudad empieza, necesariamente, por construir las casas que se llevó el río. De acuerdo con censo oficial de la alcaldía de Mocoa, 800 casas presentan daños leves, 200 moderados y 200 severos. Mientras que 300 colapsaron totalmente y hay 500 predios afectados donde no había vivienda. Eso es lo encontrado hasta ahora en 2.000 predios, de los 2.265 reportados.

El plan está en marcha. El Ministerio de Vivienda anunció la compra de un lote de tres hectáreas en una zona libre de riesgo para ser urbanizado, y que será el terreno para las primeras 300 soluciones de vivienda. “Firmamos una promesa de compraventa con los propietarios de un lote ubicado en la zona centro de Mocoa, estamos con el acelerador puesto para que aproximadamente en cuatro meses podamos ver resultados”, dice la ministra de Vivienda, Elsa Noguera. Este sería el primer paquete de las mil casas o apartamentos que tiene en sus cuentas el gobierno nacional. 

Como se trata de una emergencia la contratación se hace de manera directa, sin proceso licitatorio. El constructor que adelantará esta obra es Aníbal Rodríguez, huilense afiliado a Camacol con experiencia en la región. “Estamos en la definición de los diseños, una vez los tengamos y logremos los permisos a los cuatro meses se empiezan a ver las primeras casas para entregar”, reitera Noguera. Estas viviendas serán de 53 metros cuadrados, tres alcobas, sala, comedor, baño y cocina. Se invertirán 20 mil millones de pesos que el Ministerio de Vivienda ya giró a la fiducia que maneja el convenio con la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo, UNGRD. 

Además el gobierno nacional diseñará un incentivo especial para Mocoa dentro del programa “Mi casa ya” que aún está por definirse. Esto para quienes viven en arriendo y que también se quedaron en la calle por cuenta de eso tragedia. Por su parte el Ministerio de Agricultura asumirá la reconstrucción de 350 viviendas rurales que resultaron afectadas según el censo preliminar. El sector privado también hará su aporte, la Asociación de Cajas de Compensación, Asocajas, ya está trabajando en un proyecto para la construir 500 viviendas nuevas con una inversión de 30 mil millones de pesos. “El número total de casas por construir aún no lo podemos determinar hasta que no esté listo el Registro Único de Damnificados, pero estimamos que sean unas 2.000”, dice Jose Antonio Castro, alcalde de Mocoa. 

Ahora bien, la cultura mocoana es bastante particular. Aquí la gente no está acostumbrada a vivir en edificios de apartamentos. Recuerdo que mi casa fue construida de a pocos. El gran logro de mis papás era hacer mejoras progresivas. Por fortuna ese patrimonio familiar sigue en pie. La cultura es un factor que el Ministerio de Vivienda tiene en cuenta a la hora de diseñar el proyecto. 

La propuesta inicial de esa cartera para las 300 primeras casas fue la de unidades bifamiliares, sin embargo, la alcaldía le sugirió algo donde se aproveche mejor las alturas porque tierra urbanizaba no abunda. “Nosotros le propusimos a la ministra que en lugar de dos viviendas por predio se construyan cuatro o cinco , y que se les otorgue a las familias a las que les gusta este tipo de viviendas. Las demás esperarían otro proyecto con otras características”, dice José Luis López, secretario de Planeación de Mocoa. 

Lo cierto es que las soluciones de vivienda deben darse lo más pronto posible. Tan solo han pasado 25 días desde que ocurrió la tragedia y ya se presentaron intentos de invasión por parte de algunas personas que aducen haber perdido su casa con la avalancha. Pero como este es un trabajo en equipo, a través del Departamento de Prosperidad Social, DPS, también se hará 300 mejoramientos para viviendas que resultaron con afectaciones leves.

Las casas que se tendrán en cuenta en esta iniciativa deben estar por fuera de la zona de riesgo, es decir, al margen de la delimitación que hizo Corpoamazonia con la resolución DG 447 del 19 de abril, por medio de la cual se declara como zona de protección y conservación ambiental un sector en el que habían casas y que necesariamente tendrán que ser reubicadas. El proyecto de 300 mejoramientos por 3.500 millones de pesos ya está incluido en el convenio con la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos, UNOPS, y las obras iniciarán la última semana de mayo. 

Pero hay más, el gobierno anunció un contrato por 27 mil millones de pesos para la construcción de un nuevo acueducto que inicialmente se suscribiría con la firma Conconcreto, pero que por diferencias en precios se abrió la posibilidad para que otros oferentes se presentaran. Esta obra, según el cronograma establecido, debería estar lista en octubre de este mismo año. Y mientras se da una solución definitiva, el Minvivienda también adelanta obras de emergencia para llevar agua a la ciudad. “Las obras van bien y debemos agradecer a nuestros soldados que han hecho un trabajo increíble y han puesto a disposición los helicópteros para el traslado de 450 tubos hasta la zona donde se presentaron los daños”, dice Noguera. 

Y es que si algo aprendimos de esta amarga experiencia es que a los soldados los necesitamos para que ayuden a su pueblo. Prueba de ello es el puente militar que se construyó en apenas siete días, y que nos devolvió el tránsito por tierra a los mocoanos en un momento crítico. 

A cargo del DPS también está la construcción de una nueva plaza de mercado, se sabe que por ahora están en la búsqueda del lote sin que se conozcan los detalles en materia de diseños e inversión.“La actual apenas alberga a 350 comerciantes, queremos que la nueva tenga capacidad para al menos mil usuarios, y que tenga su propia planta de tratamiento de aguas”, dice Jesús Zamora, gerente de la plaza. 

Pero hay más obras que se adelantarán en el corto plazo. Las primeras 300 viviendas serán acompañadas de un Centro de Desarrollo Infantil CDI. También se va a emprender la reconstrucción de los campos deportivos afectados y la construcción de nuevos escenarios. Y es que en medio de la desesperanza, el Presidente Santos anunció que Mocoa será la sede de los Juegos de la Orinoquía que se llevarán a cabo en julio del año 2018. Para esto Coldeportes se compromete a tener listos los escenarios deportivos. 

Todo por hacer 
Antes de la tragedia Mocoa era una ciudad que tenía todo por hacer. Ahora tiene las mismas necesidades pero con más urgencia. Otro de los proyectos es la terminal de transportes que estaba a punto de inciar con la concesión a un privado. El lote está listo en el barrio Los Guaduales, pero con esta avenida torrencial es probable que esa zona sea declarada de alto riesgo y la iniciativa se estanque nuevamente. 

Lo cierto es que ya hay un paquete de obras que está caminando sin que aún se conozca el plan de reconstrucción de Mocoa que adelanta el Banco Interamericano de Desarrollo, BID. Y en esa misma línea trabaja el Departamento Nacional de Planeación, DNP, para diseñar un nuevo Plan Básico de Ordenamiento Territorial para Mocoa con base en esas recomendaciones.

Aunque este documento será la hoja de ruta para lo que viene, el gerente de esta tarea, Luis Carlos Villegas, ya habla de la construcción de malecones que, además de ayudar a canalizar las aguas de los ríos que inundaron, también embellecerían la ciudad. Este es un proyecto que desde el año 2012 fue presentado por Corpoamazonia y que contempla la construcción de al menos 2 km de malecones con estaciones temáticas en el río Sangoyaco y quebrada La Taruquita. 

Pues bien, esa entidad anunció la aprobación de 1.600 millones de pesos para nuevos estudios con recursos del OCAD. El proyecto se llama: “Desarrollo de estudios y diseños técnicos de ejes ambientales sobre las cuencas de los ríos Mulato, Sangoyaco, y Quebrada La Taruquita”. 

Los incentivos 
Para que la tarea de la reconstrucción se lleve a cabo se necesita de los recursos públicos, pero sobre todo, de los privados. De acuerdo con la ministra de Vivienda, Elsa Noguera, el decreto de emergencia 601 de 2017 contempla incentivos en materia tributaria como el de obras por impuestos, es decir la probabilidad de que las empresas hagan las obras correspondientes para la reconstrucción de Mocoa, y que sean descontados de su carga tributaria en materia de renta o IVA. Por ejemplo, si la empresa que va a iniciar la construcción de las primeras 300 casas decide construir otras 300, el monto invertido podrá ser tomado como un pago de impuestos adelantado, que se irá descontando en los años siguientes. 

En esta misma dirección la representante a la Cámara por el Putumayo, Argenis Velásquez, presentó el proyecto de Ley 255 con el que se busca beneficios tributarios para los comerciantes y los empresarios de Mocoa. Para los que venían trabajando y también para los nuevos que quieran venir a hacer sus inversiones. La iniciativa busca que las nuevas empresas que se creen y las empresas preexistentes que demuestren una buena dinámica en la generación de empleo antes de la tragedia, sean exentas del impuesto de renta y complementarios hasta por 10 años. Los sectores que se verían cobijados por la medida son: actividades agrícolas, ganaderas, industrial, comercial, construcción, servicios públicos domiciliarios, turismo, educación, atención en salud, desarrollo tecnológico y procesamiento de datos. 

¿Cuánto dinero hay? 
Para adelantar estas obras de reconstrucción hay un fondo común de dinero con varios fuentes de financiación. Por un lado el gobierno nacional giró 40 mil millones de pesos a la UNGRD, y esta entidad también habilitó una cuenta para que los colombianos hicieran donaciones en dinero y por vía celular con el envío de un mensaje de texto. Al 23 de abril, esas donaciones sumaban 30.507 millones de pesos que incluyen aportes colombianos, gobiernos de otros países, organizaciones internacionales y personas del exterior. 


Así está el panorama en Mocoa luego de la mayor tragedia de la que se tenga memoria. Desde acá se alcanza a percibir voluntad política del gobierno nacional para ayudarnos a salir adelante, a pesar del escepticismo natural que se genera en estos casos. Pero, tal vez, el mejor aliciente para tanto dolor que me embarga, a mi familia y a mis paisanos, es la solidaridad del pueblo colombiano, de los compatriotas en el exterior y de los habitantes del mundo que se volcaron a enviarnos sus ayudas en especie, en dinero y a darnos sus voces de aliento para que no caigamos en la desesperanza. De la mano de todos: Mocoa se levanta. 

miércoles, 17 de mayo de 2017

El sueño que sobrevivió a la avalancha


Manuel Cordero, Amparo Córdoba y Carlos Córdoba, propietarios de la panadería Bon Appetit, el primer negocio  que se abre en Mocoa luego de la avalancha.


Por Ricardo Solarte Ojeda 

Desde hace algunos años Manuel, su mamá Amparo y su tío Carlos siempre habían soñado con tener un negocio propio. Algo que les genere un ingreso extra a lo que les da sus profesiones. En los encuentros familiares discutían si era mejor un bar, un restaurante o una panadería. Lo que tenía claro Manuel es que independientemente de lo que sea, debía hacerse bien bonito y distinto de lo que hay en Mocoa para que la gente se sienta a gusto en un establecimiento bien diseñado, al estilo de las grandes ciudades.

Manuel es arquitecto y por obvias razones estaba empeñado en que así sea. Cuando le piden trabajos insiste en que debe haber diseño en el producto final, y si el cliente no le da libertad para dejar volar su imaginación, mejor no acepta el encargo.Como Manuel, en este equipo todos aportan, además del capital, lo que mejor hacen.Carlos, quien es administrador de empresas, lleva las riendas del negocio. Amparo se define a sí misma como la relacionista pública del grupo, y sí que sabe hacer muy bien su trabajo, cuando llegué al local y le dije “soy periodista” se interesó en contar su historia.

Todo estaba listo para inaugurar el negocio el sábado 8 de abril. Las sillas y mesas en su lugar, los insumos por más de cinco millones de pesos listos para convertirse en pan, pasteles y galletas. Solo faltaban unos equipos de cocina, vitrinas y congeladores por traer para "armar la fiesta”. 

Pero la noche del 31 de marzo amenazó con acabar con sus sueños. “Llovía muchísimo, yo ya estaba empijamado cuando llegó mi amigo Ivan Rosero en el carro y me dijo que los negocios se estaban inundando, que nos fuéramos para allá. Yo me puse las botas y salí”. Ivan arrienda uno de los locales vecinos al de la panadería de Manuel y sus socios.

Allí comenzó la pesadilla. Cuando Manuel entró a su local el agua le llegaba a las rodillas. Se fue hasta la cocina y empezó a levantar los insumos del piso a la mesa de producción. Todo estaba mojado, sabía que poco podía salvarse pero su espíritu de lucha hacía que cargara los bultos sin descanso. 

Llegó su tío Carlos y su hermana para ayudarle, y trabajaron hasta las tres de la mañana. Hasta ese momento ninguno de ellos sabía la magnitud de la tragedia. Manuel no sabía que su amigo Iván, el mismo que fue hasta su casa a  recogerlo en el carro, estaba viviendo su peor pesadilla: su pequeño hijo y su cuñado habían sido arrastrados por la avalancha para siempre.



Así quedó el local luego de la avalancha.


Llegaron días de mucha incertidumbre, el gran sueño de sus vidas estaba naufragando, literalmente, entre el lodo. El domingo 2 de abril arribaron los equipos que estaban pendientes para terminar de armar la panadería. Le pidieron al dueño del camión que espere un poco mientras limpiaban para poder descargar. No había marcha atrás, aunque el comienzo sería más difícil de lo que se imaginaron, la panadería se iba abrir luego de que pase un poco el dolor y la gente lave el barro de sus casas, de sus cuerpos, y de su alma.

La Semana Santa, que le siguió a la tragedia de Mocoa,  fue una verdadera “semana de pasión” en el local de Manuel, Amparo y Carlos. Se dedicaron a lavar los pisos, las paredes y objetos que habían sido cubiertos por el lodo. Pintaron nuevamente, pusieron los detalles que faltaban, trajeron nuevos insumos para preparar sus productos y se llenaron de entusiasmo para abrir.

Carlos, el hombre de las finanzas, se fue a la publicitada rueda de financiación para empresas afectadas por la avalancha que hizo el Ministerio de Comercio en Mocoa, pero su decepción fue grande cuando le dijeron que el requisito para acceder a los créditos era haber operado al menos por dos años. 

Su negocio aún no abría puertas al público aunque había incurrido en una inversión cuantiosa de 150 millones de pesos. Pero eso no importaba mucho, pesaban más sus ganas de demostrarse a sí mismos que eran capaces de reponerse de esta adversidad. Abrir el negocio luego de la tragedia era también un mensaje para los mocoanos de que la vida da segundas oportunidades y que tenemos que levantarnos por dura que sea “la revolcada”.

Llegó entonces el anhelado día: el sábado 29 de abril abrieron al público de manera discreta, sin música, sin ruido, respetando el duelo que se vive en esta tierra. Pero con alegría y buena disposición para atender. Esta historia, como pocas en Mocoa, tuvo un final feliz. Se salvaron los sueños de tres empresarios, y con ellos, los empleos de ochos personas que trabajan en dos turnos de lunes a domingo para deleitar a sus clientes y para que ellos digan “Bon Appetit”.